Columna Joven

El Socialismo del Siglo XXI: El Fascismo de nuestro tiempo

Por: Fernando Antonio Vigil Rojas

Si queremos saber que es el Fascismo, vamos a encontrar tantas definiciones como debates y discusiones entre intelectuales a lo largo de la historia para tratar de entender su naturaleza exacta y los principios que lo rigen.

La RAE define al fascismo como: “Movimiento político y social de carácter totalitario que se produjo en Italia, por iniciativa de Benito Mussolini, después de la Primera Guerra Mundial”. Etimológicamente el término proviene del italiano fascio (“haz, fasces”), y éste a su vez del latín fasces (plural de fascis). Este pensamiento se extendió por muchos países europeos en las primeras décadas del siglo XX, instaurándose definitivamente como un mecanismo para subordinar al individuo al Estado en busca del “bien común”, aún a costa de su propia libertad. Pero, más que un sistema político se trata pues de un modelo coercitivo para la toma de posesión forzosa y definitiva del poder político, sin hacer distingos entre la derecha o la izquierda –pues puede venir de cualquier lado– ya sea por la vía democrática o por la vía armada.

Aunque parezca a simple vista que entre el Fascismo Europeo –quizá el único modelo fascista que conocemos– y el Socialismo del Siglo XXI no existe ninguna coincidencia, ambos modelos llevan en su ADN su odio encarnizado al Liberalismo y por ende su odio a la libertad del hombre, a través de una serie de mecanismos de control de todo el aparato estatal.

Si hablamos de líderes fascistas es inevitable no dejar de mencionar a los más emblemáticos: Benito Mussolini (Partido Nacional Fascista), Adolf Hitler (Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores o Partido Nazi) y a Francisco Franco (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Estos fascistas europeos no difieren de mucho de los caudillos latinoamericanos que propugnan el Socialismo del Siglo XXI como Fidel Castro, Hugo Chávez (actualmente su heredero Nicolás Maduro) y Evo Morales, y dentro de poco otros gobernantes como Correa en Ecuador o Cristina Fernández en Argentina.

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Juan Claudio Lechin Wiese realiza un análisis comparativo extraordinario entre el Fascismo Europeo y el Socialismo de esta parte del mundo, en su libro “Las Máscaras del Fascismo”. Tomando en consideración los aportes del libro, las coincidencias nefastas a continuación:

  • El control político a través del establecimiento de un partido político único todopoderoso (como lo hizo Hitler en Alemania y como lo hace Fidel Castro en Cuba) o el camino hacia la consolidación de uno (en el caso de Venezuela), y el acoso permanente a los partidos y dirigentes políticos opositores, ya sea mediante la amenaza o metiéndolos presos o exiliándolos, o lo que es peor, asesinándolos.
  • El control legislativo también es una práctica común. Todo caudillo fascista fabrica un ordenamiento jurídico acorde a sus ideales para concentrar todo el poder en sus manos, por ejemplo crea su propia constitución (lo que hicieron los fascistas europeos y lo que ya hicieron Castro, Chávez y Evo al llegar al poder). Así mismo, existe un control absoluto del Parlamento atacando principalmente a sus miembros opositores, a través de leyes que les reducen atribuciones, a través del amedrentamiento o con elecciones nuevas para reducir la fuerza de la oposición en el Parlamento y controlar absolutamente el Poder Legislativo. Tampoco podemos dejar de mencionar que el caudillo también se cree legislador y es un decretista empedernido, pues lo decreta absolutamente todo, desde el cielo hasta el infierno, supuestamente con el afán de proteger al pueblo, cuando en realidad lo es para conservar el poder.
  • El control judicial a través del establecimiento de tribunales al servicio del caudillo (muchos de los magistrados seguidores comprometidos con los ideales del régimen o simples títeres pusilánimes y timoratos) para perseguir sistemáticamente a los opositores y fallar en contra de ellos, aplicando las leyes aprobadas por este, es decir, se produce el uso de la represión judicial para la represión política.
  • También existe una captura de las Fuerzas Armadas y Policiales del Estado, mediante la invasión de estas fuerzas con soldados muy bien adoctrinados con la ideología que propugnan los caudillos (este adoctrinamiento se produce en las escuelas a lo largo de la formación educativa del ciudadano), lo cual lleva a la militarización de la sociedad y de toda la cultura de esta, con el afán de reprimir mediante la violencia y el miedo a la oposición. Una característica de este modelo es que el caudillo suele fundar y/o renombra a todas las instituciones posibles (siempre con nombre bastante populistas, como pasa en Venezuela, dónde ya existe un viceministerio para asegurar la “suprema felicidad” de los venezolanos), los símbolos patrios y el país entero; no sólo en lo político sino también en lo cultural.
  • Los medios de comunicación también son victimas de este control. La prensa se ve sometida a la voluntad del régimen y está al servicio del caudillo. Existe un ataque sistemático a periodistas y medios de prensa independientes para silenciarlos. Así mismo, los caudillos crean sus propios medios de comunicación o controlan toda la gama de medios de comunicación para hacerle propaganda a su régimen e ideologizar al pueblo (Aló Presidente en Venezuela, Granma en Cuba, etc.).
  • Las elecciones y por ende los votos también están controlados. Los caudillos saben bien que el voto es fuente importante de legitimidad y legalidad, es por ello que buscan controlarlo a través de fraudes electorales (manipulación del voto), y mediante la represión electoral de los opositores durante las elecciones, invalidando el proceso electoral, y por supuesto, no puede faltar la compra del voto con “asistencialismo”. El caudillo siente una obsesión desmedida por ganar todas las elecciones y referendos posibles, así mismo, hace uso de fondos públicos para acelerar el proceso de la toma del poder. Las elecciones “democráticas” ya han demostrado que también pueden elegir dictaduras, siendo el caso más palpable el que vive actualmente Venezuela.
  • El control sindical también es necesario para el caudillo fascista, pues un pueblo adepto es el primer y más importante otorgador de legitimidad del modelo que encarnan, por tanto, es necesario controlar sus organizaciones laborales y vecinales, por ello, destruyen los sindicatos independientes con el fin de controlarlos y de convertirlos en sus siervos.

Puede que existen muchas más similitudes entre el Fascismo Europeo y el Socialismo Latinoamericano o Socialismo del Siglo XXI, pero más que similitudes parece que no estamos refiriendo al mismo modelo político, pues un régimen fascista es un régimen totalitario o autoritario, y lo que vemos en Cuba, Venezuela o Bolivia –y pronto en otras naciones vecinas– prácticamente es lo mismo. El tenga ojos para ver que vea.

3Colaborador en la Sección Columna Joven del Instituto Acción Liberal. Abogado. Licenciado en Comercio y Negocios Internacionales. Especialista en Aduanas y Administración Tributaria. Liberal. Peruano con ganas de cambiar el mundo.

Comentarios

Un comentario en “El Socialismo del Siglo XXI: El Fascismo de nuestro tiempo

  1. Solo veo como fascista a Maduro los Castro y los que centralizan el poder para manipular robar y escapar

    Publicado por Francisco placios | 26/02/2014, 1:31 am

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